Alguna Sociedad Excitada (poemario)

 Alguna Sociedad Excitada

Ia. Luz (que no llega) donde hace falta

(el Soberano (obsequioso):)

Se erigen maravillos, humanamente
frente a la Catedral, en la sonrisa mercantil-
lista de Dorian´s, en el corazón
rasposo de los Baches céntricos, bajo el armazón
anciano del Autobús y del transeúnte, casas y castillos
de Basura: el mejor Obsequio
cívico: se vislumbra una tradición de paciencia, de
cordura y de ingenio como una luz, como
una luz
donde hace falta.



(el Pobre (reflexivo y prudente):)

Vaya,
recibir el pie torvo
en el ojo,
el dedo por donde más
saldría sucio,
la orina lodosa del perro
en el zapato,
el escupitajo de halagos
asesinos al oído,
el platón medio vacio
en las manos.
Si no resultan dificiles
tales Ofrecimientos,
entonces para qué reclamo
con vehemencia,
las Riquezas y el Derecho a la Propiedad.



(el Conciudadano (anónimo pero complaciente):)

Al mirar mis ojos recordó
lo alámbricamente torcido del mundo.
Entonces se hizo nudo la señora
al brazo del hijo en cuanto quiso no extraviarle
o imaginarle muerto.
Por motivos nada extraordinarios, que sí,
con certeza irritantes, el niño la derribó
a insultos para liberarse instintivamente del terror
maternal a la Ciudad.
Yo continué en una despreocupación sin pena
en la avenida, comiendo mis desperdicios y
silbando
una melodía como si fueran mis días
últimos.



(el Vecino (de enfrente poetizador):)

Sonia, en un acto salvador, arrojó sus ojos por la ventana.
Revolotean como mariposa herida fuera de ella
sobre el asfalto, en las trizas rojas en que Martín se ha
tristemente convertido durante el combat mortal que
sostuvieron el hocico oxidado de un automóvil veloz
y él atónitos, pero a solas: ni un dedo o una pierna
que se mueva se ve en esa torsión de máquinas
a esta altura sin signifiacado.

Su madre, con rostro de efigie
despostillada, está al filo del mismo ventanal
colmada en llanto, Aves Marías, despedidas y oraciones;
con todo para auxiliar, simbólicamente,
por lo menos al espíritu.

Al hijo pequeño, el mocoso en brazos de una vieja
televisión, sin el mínimo de pistas
concernientes a su hermano triturado en la calle
con su póstumo estrépito,
se le atoran las palabras con el pan y la leche aguados y las
descubre haciendo preguntas dificiles o sin sentido
desde la sala-comedor. Nadie advierte ese infantil
escándalo, ahogándose en un berrinche inepto. Torpe.
Es que nadie
atiende las demandas de nadie estando en medio
de la nada. Nadie
habla ya: también mueren quienes presencian
la muerte del Otro.



(el Expositor (astuto):)

Eso no es
una extensión de mi
pensamiento o de
mis reflexiones, de mi intelectualidad
ni siquiera; de mi obra
tampoco, lo sé.
Esta es mi instalación, Señores
del Jurado Curatorial, hasta aquí es, hasta aquí
llega. Lo demás, la bolsa del Gigante y las latas
de refresco secas las arrastró - de manera oportuna-
el viento hacia ella.
Pero, acepto, sí, su juicio
profesional y sus observaciones
de genio objetivo. Diré que la
Teoría de la Deriva es el recurso
conceptual para mi arte. Servirá, como bien han dicho,
para justificar la imprevista y graciosa
intrusión de la naturaleza.
Por su Consejo, pues, muchas gracias.



(el Maestro ( y su anécdota en tercera persona):)

Vertido, con su Ser completo, el maestro
en una dialéctica con la Metafísica
y las Carestías de la vida, expresó con común
renuncia durante un trayecto que cubrió la zona
centro en un taxi de la ruta libre hasta la Escuela
Superior Humanística, en donde presentaría
una magna conferencia con el tema "Sabiduría
y Prosperidad, herencia de los Clásicos a la visa
pos-moderna": caigo en el absurdo
de sopesar una caja de cartón contra mis pensamientos.
Esta es la noticia de hoy, señoras: la arquitectura
accidentada de la necesidad los sobrepasa en valores
estéticos e ingenio artesanal: el cartón se vuelve casa,
ciudades enteras; mis pensamientos grapas simplemente,
tachuelas primitivas en un madero chueco.

Ellas quedaron mudas, impávidas y limándose
las uñas en esa conclusión de fatal voz, como si algo
Vano o en realidad nada él les hubiese comunicado.



(el Ilusionista:)

Si al apagar la luz
permitiera paso a las estrellas
y al rugir del mundo permitiera
someterme
descartada sería su presencia.
Sin embargo, en esta fría
habitación, la enciendo para que tu sexo
y el rojo de tus labios
me descubran las coordenadas precisas
 en el universo para encontrar
otro Yo en ti, otra Tú en mí.


(el Héroe (contemporáneo):)

Mis grandes hazañas
se Reducen,
mecánicamente, a arrancar
de una naranja la cáscara
en una solo tira
completa.


(el Dios/ el Lider ( vs los (Verdaderos) hombres):)

Quién es quién aquí y qué quieren con las manos
tan arriba y la cabeza hundida en otra parte,
ateridos pero jubilosos y en aceite manchados:
nombre no, eh, alcanzarme tampoco. Ah, Casas
y muchos Carros sí, desde luego.


(el Maquinista:)

El tornillo ha aumentado la espiral y su filo:
trabajo esforzado de trece horas diarias:
la cabeza, mi cabeza, ha perdido la Cabeza:
pero puntual: soy Productivo: me he trece:
mi cabeza la he tornillo:


(la Lenguaje (habla):)

Si el manejo es inapropiado e imprudente; si la habilidad
limitada; si extravagancias y retorcimientos se ejecutan; si
la tonalidad es de displicencia y destemplada; si son los
recursos y elementos, malcriados y necios; si un indicio de
incongruencias hay en las expresiones del lenguaje, entonces se
manifestará la Confusión, para perplejidad
del emisor y el destinatario como un Espectro.
Se posicionará entre los dos y en cada uno (con engañosa
sutileza), provocando biliosas confrontaciones o, en el menos
beligerante de los casos, rompimientos de carácter sentimental.
Pero, en reserva del conocimiento
de estos principios, ustedes se volcaron
con sus propias Pasiones en contra de la nobleza
y de la simplicidad de ellos, en fin, de ustedes mismo. Y,
conquistados aún por el enredo, sin meditarlo ni una vez sola,
con una animal determinación, resolvieron
este inconveniente: perecieron todos, mordidos
o golpeados, en un coloquio de torpezas y delirio semántico-
lingüistas. Yo los entiendo.


(el Devoto:)

Creo
en la Máquina
y en el Hombre
-porque son reales,
porque son
verdaderos,
logro tocarlos-,
y nada más.
El resto
de las cosas son
mera suposición/
superstición.

(Aquí, prende una veladora a su hijo
y al Ford Shelby GT500 2008 que conducirá éste)


el Alguien (comprometido):)

Cayó la mano sobre la charca
púrpura, herida no debió temblar
mientras se hundía, pero de frío
lo hizo. Alguien
con una cobija la cubrió, y al cuerpo
completamente con suma cautela,
sin ningún deseo
de angustiarle más:

la Muerte siempre concede al
final de la tarde a todos una cálida
Compensación y la entrega sin reparos.


(el Supervisor:)

El Espectáculo no es atroz,
por qué habría de serlo.
La juventud canta a su antojo
mientras se soba la espalda
bien, en las Fábricas. Y es que,
la melodía Maquinal se lleva por dentro.


(el Analista:)

En mis manos todo es
breve como un cerillo, en ellas nada
dura: arranqué el Bienestar
a mi mujer esta tarde, la lancé
a un rincón fuera de la casa con el ojo
fracturado y sin un quinto,
y mi último cigarrillo se ha
Extinguido para siempre.


(el Resuelto:)

Parece que he
Consumido
todas las palabras,
la cordura y la fe. Y
para qué. Para qué, si no he
conseguido reparar la máquina,
un corazón, la ceguera vieja
de mis hermanos, salvo el
Desconcierto y mi Duda de no
saber nada.

Y ahora, ahora no quiero más que esto, pensándolo
con claridad. Nada quiero tener.


(el Escapista (atrapado):)

Acostumbrado al ensayo de la muerte
y a los juegos violentos en la urbanidad,
serios, voy montado seguro de mí
mismo en mi máquina, elaborando,
cada día, muy temprano, un plan
substancial con la respectiva táctica de escapismo,
que me auxiliará hábilmente, pensando
de  manera optimista porque ya esto significa
ganancia, para no ser
atrapado por el monstruo del Embotellamiento Vehicular,
y ganarle, por una vez, aunque sea una,
al compromiso del reloj checador
y al matutino alarido de mi Jefe.
Pero falla mi método, cada mañana, y aguardo,
apresado, a que muera otra vez el Monstruo
en el bulevar.


(el Animal (no cazado:)

Fueron algunos elementos
formales de la escenografía los que provocaron
en los estimables espectadores una turbación que,
aunque común, bies es cierto, estaba acompañada
de una irreconocible conmiseración que les ofendía
y les decepcionaba, y en este estado se les veía asustados,
inquietos, tensos, listos para integrarse al cuadro, más
que por la trama violenta y las actuaciones negligentes
de las personas que figuraban en la historia, el lado justo,
servicial y generosos del Estado.

Estaban contagiados los ciudadanos a este nivel
de la acción; se revelaron: se despojaron de la máscara, cada
uno de ellos y todos eran la Excitación
con distintas particularidades asombrosas para clausurar
y batir aquello que mortificaba a sus mentes hasta no
presenciarlo más. Entonces alguien, uno
de los protagonistas, actuó conforme a su papel
en esta historia, en nombre de la Ley salvaguardó
la integridad y la salud anímica de los presentes
nobles civiles, y protegió sus posesiones personales,
bajo la amenaza frenética de varios pares de manos
de estos mismos que intentaban destruir los elementos,
los entes que causaban la Alienación en torno, rasgando
al paso, peligrosamente, las fibras vitales de uno de
sus brazos que lazaba una bestia grasienta
que se convulsionaba para deshacer el nudo herido
y escapar: introdujo en la caja trasera de la pick up impulsado,
movido por un acto indulgente al respeto
y a la civilidad, un montón de trapos roídos,
de esperpentos con hambre capturados en plazas comerciales,
callejones, baldíos y vecindarios, a muchas costillas pegadas a
mucho cuero de bestias que gruñían
e insultaban, entre estertores y toses de moribundo, a
la muchedumbre nerviosa que clamaba justicia
para su alterado espíritu. De inmediato cerró
la portezuela de la caja, dejando en total oscuridad
 a los que había cazado en las calles, sacándolos, figuradamente,
de la escena grosera.

Una vez que a mis compañeros se les ocultó, que quedaron
negados para su castigo público, en aquella caja metálica de
seguridad, la Enajenación experimentada
por la población distinguida se diluyó en el vacío sin siquiera
recordar, extrañamente,
nadie nada.

Pero advirtieron, sin ni un tipo de cuestionamiento,
porque todo era "normal" otra vez librados de su borrasca,
mientras se desmoronaba el tumulto indignado,
una pick up que partía a grande velocidad
con los códigos y la sirena encendidos por un
descampado hacia el sur,
levantando una tela pesada e hiriente de arena y polvo
a sus caras. Tosieron en un ridículo sobresalto
con la garganta atascada de tierra pero sin reproche continuaron
caminando por la ciudad con una sonrisa
comedida que exaltaba fe, certidumbre y benignas
costumbres; sin recordar nadie nada.
   

(el Cosmopolita:)

Yo no soy
un completo Idiota,
algunas de mis partes aún siguen
poblando la tierra: a mis hijos
los puedo ver en todos
los parajes. Intentando
por ellos mismos con el Control remoto
mover el mundo tres
centímetros más hacia la derecha.


(el Descubridor:)

No cabe duda, la víspera de la navidad
es una senda rebosada de bellas Ilusiones
y de Vendedores ambulantes ofreciéndolas
a razonables precios.
Sería mucho difícil extraviarse en ese claro
panorama siguiendo las estrellas
de colores varios que con sagrado artificio
lo Ornamentan.


(el Sabio (y la revelación):)

Qué extraña furia y qué oscuras pasiones
nos hacen convalecer, y qué inocentes
teorías (que pretenden la universalidad)
a nuestra vida, tan ingenua, (edificadas
sobre el vasto Jardín de la Ignorancia) nos hacemos,
cruzados de pierna con la mano en la barbilla y el
temple del rostro indescifrable -vaya emblema estúpido
que he confeccionado de un hombre,
como yo, empeñado al Quehacer
Filosófico y a la Contemplación Reflexiva-,
con los ojos fijos en el punto más lejano y
accesible en el tapiz de la pared mordida
de un sótano logradamente iluminado.


(el Ingeniero de Audio:)

Llegó tan cerca del Ídolo
según como lo había
deseado la pareja,
sorteando bochornosos
obstáculos y contratiempos
fatigosos, que la rebeldía caprichosa
de otros fieles promovía
al intentar, inútilmente, introducirse
al aula que albergaba a la Figura
asediada por la íntima devoción
colectiva.

Estaba a sus pies entonces,
petrificada por la delicada Imagen
y su mirada inmóvil, en el insólito evento
suspendida y extraviada de sí; para ella
existiendo sólo él de entre las personas
y las cosas que lo circundaban celosa
y vigilantemente, con una sola petición que no veía
ni pies ni alas para avanzar al siguiente nivel.

Allí, de repente,
la voz única fue el silencio,
dominaba con calma en el interior
de la estancia pero hubo que callarla
de inmediato, en cuanto la pareja
se arrebató de la Fascinación:
venimos a saludarte y queremos
tu Autógrafo en la portada del disco.
La orden de la pareja de fans
fue cordial aunque impetuosa.
Ángel Lux Donaire no lo toleró
ese pertinaz atrevimiento y se negó
a la solicitud, ignoró
a sus admiradores con una sequedad ruin
que todo lo anterior tornó en un utensilio inútil.
Y continuo, en un espiritual recogimiento,
con el soundcheck previo al concierto
nocturno de ese mismo día
de la gira mundial "La Libertad Es Mi Estilo".


(al Discípulo (responsable):) 

Mírame. En torno a mí
tu Violento corazón es una suave flor.
Dicho esto, me puedes matar ya.


(el Pedagogo (progresista):)

La cabeza
de un hombre
encontrándose contra la cabeza
de otro,
hasta despostillarle
la cubierta ósea y la masa
nerviosa,
destaca en el monitor,
todas las horas
del día como una imagen reveladora
y significativa.

Interpreto el mensaje,
amigo: uno
debe conocer al otro
a fondo y muy de cerca,
íntimamente pues.
En sus rasgos particulares, los
reales atributos somáticos y
del espíritu, y propios
a nuestra humana naturaleza,
para amarlo posteriormente
a este ritual intimista de Valoración.
Concluyo, esa imagen
es la apología
a la Comunicación y el Conocimiento.


(el Sabueso (historicista):)

Partiendo de la premisa,
"la gente es lo que come/
lo que viste y lo que calza/
lo que conduce y trasborda/
lo que oculta -guarda- en la basura",
fue como encontré a los míos,
siguiendo el importante rastro
de su Consumo personal y Doméstico.

Lograda la empresa de armar un árbol
genealógico propio, me descanso
orgulloso bajo el cobijo de la sombra
retorcida de sus ramas.


(el Codicioso (confeso):)

La luz estaba, allí,
con el muchacho, dándole
en su cara cálidos 100
watts. Muy breves
fueron.

     -La Deseo para mi toda, pero...

Lo demás ya lo sabe,
señor juez
de homicidios dolosos, él murió
Asaltado en la 11 frías
pulgadas de mi Celoso cuchillo

     ...con otros la luz siempre se Marcha.-


(el Enamorado (ante el espejo):)

Estoy dedicado a pensar
en ti,
de manera oficiosa;
y a protegerte
como a nadie
que no sea yo.


(la Luz Oscura (de un ciego):)

Ya parecía ver la complejidades de la luz, en la luz
que descasaba tibiamente en le abdomen dormido
del agua de un charco pequeño entre la avenida Francisco I.
Madero y la calle Díaz Mirón; en el volumen
de los objetos y de la gente, que advirtió alrededor de él
acentuado por esta misma luz con inmarcesible dominio,
y en la Indefectible Sombra que se colma sin remedio
en ellos por el extremo opuesto al iluminado.
Ya parecía mirarlas y sentirlas quedándose firme,
sereno, como encajado en la cutícula gris
del revestimiento de la banqueta, esperando
un milagro ante aquel brillo casi asible. Pero esto no importó en
verdad mucho después de todo, importó
un carajo si parecía acercarse a tales complejidades o no, o si lo
quiso de veras, o si no las sintió en lo
más microscópico de su organismo.
Todo es imposible para él, esforzándose
con conflicto inclusive, teniendo muertos los ojos.
Nada le ilumina y nada
avizora con claridad de día, aun cuando todo está ahí,
a los pies de quien dice, de quien sabe, de quien repite
qué Oscura es la luz que a mis ojos.


(el Comensal:)

La tasa de desempleo
se Desborda
y el desarrollo económico
se Laxa,
al punto en que me provoca
demasiada hambre.

Los más desprotegidos
son
los pobres.
Por mi diente filoso,
incautos, son
los que pasarán primero.


(la Casa (conyugal):)

No hay nada en ésta tarde para Caléndula
que la haga cambiar de parecer...

El cuchillo es radiante, frío y emblemático en su mano, es
firme; es una flor que ha de sumergir filosamente
en el agua mansa de un recipiente delicado y liviano...

-¡Enrique!
La carne abierta en el tórax del hombre
es un ojo que ahora empieza a llorar
gravemente sobre la cama, y a la luz secreta
de una vertiginosa oscuridad en el lecho se tiñe roja...

-¡¿Caléndula?!
Es inmenso su llanto, mortal.
Ella también lo es, pero no llora ni tiembla. Enrique sí
y se va para siempre. Ya no es él sino la muerte
en esta hora tan desahogada...

Ahora mismo, la noche es sólo para ella toda sin infierno
ninguno, dentro de mí, tumbada en el catre...


(el Cronista:)

Bajaron todas y todos
de los trapecios y de la cuerda floja;
otros suspendieron una diversión
de ejercicios rudos pero intrascendentes,
algunos más pararon su fiesta de máscaras
y de disfraces protectores. Las máquinas
todas se proclamaron en paro,
prestaron atención a la noticia y
dejaron de penetrar en la sangre del prójimo
por un momento.
Entonces cientos de ojos se apachurraron
con escándalo en el silencio de la incertidumbre,
de la especulación y de la extrañeza.
Las calles fueron más
amplias que nunca conteniendo
con un sólo puño
al grupo enorme de curiosos, que en aras
del conocimiento y de la libertad fue puntual
al lugar donde El Muerto: Víctor,
con los aceites de su cuerpo reventado
hacia afuera fluyendo, impregnados en su
postrimero aliento, nos convocó, nos mostró
la verdadera categoría del paisaje y de sus zonas interiores:
es Imperfecta, es Débil; Quebrantable

Habiendo dejado en claro, en su sitio
verdadero las cosas,
nos retó -hay que corroborar el final
resultado-, como si nos hubiese llevado
por sorpresa a la delgada lengua
de un precipicio sin otra opción más
que saltar al fondo de su garganta, con el arma
de fuego en la mano aún y el cañón de ésta
pegado al orificio irreparable en el cráneo.

Abstraídos por el retoricismo: se bastan solos
unos. Algunos ayudamos comedidos a los demás.

Hay que corroborar el final resultado.


(el Rebelde Espíritu (encomendado a la primera virtud cardenal):)

Llegué fatigado, hasta donde la pobreza no hiciera
su acampado de latas, de cartón y de bichos. Pero madres
muchas se acercaron urgidas desabrochándose de su seno joven
una lasciva providencia para mí; los maniquíes entonces se
quedaron solos, desnudos, pero a nadie importo su nuevo estado
dispuestos en la ventana,
y bajaron ellas de los estantes más distinguidos
una felicidad de piel plástica, con joyas, elástica
y perfumes de muchas marcas, muchos estilos, los más
onerosos; festejándome no sé que cosas mías
que establecerían una luz en las calles y en las llanuras
de la ciudad al entrar yo en estas. Todo conquistándolo,
a todos con la compostura incuestionable de Gran Señor
y de un Ser Bello.

Me vestí como tal, fui obediente, acucioso, como bien
me instaron (mientras tanto, aquellas mujeres dejaban
caer, cada una, una paloma desangrada
de entre sus recovecos e hilarantes sonrisas y se acariciaban, en
seguida, en ellas con apetito el dinero
que les daba): tomé mi máscara prodigiosamente. Una claridad
nebulosa principió delante de mí, y me dejó ver
la algarabía y el resguardo, como un amanecer
eléctricamente azul y húmedo acomodado en la garganta seca
de una arruga para recuperarla de la temprana muerte. En mi
interior se amotinó y creció entonces, lo hice también yo. Mi
peinado era intachable, ejemplar
a la moda; sólo yo ante los demás me imponía,
naturalmente. Todo se abría a mis pies y en mis manos.

Convencido de mi persona, como cosa formidable y única, cedí
ante aquellos ofrecimientos sin inmutarme ni
inhibirme ni lamentarme; entregado como quien
tiene todas las hambres del mundo. Aunque nada tenía
el peso fiel que aun así se predicaba
de estos en la televisión o en los escaparates. Pero lo sabía de
antemano, al cruzar la puerta del bazar: los anuncios no eran
menos y sus formas ensortijadas fueron brazos
para abrazarme dedicadamente.

Me sentí bien
en ese cobijo apócrifo de luces neón y de ofertas envidiables.
Así lo quise. Era: yo con todas las hambres
de éxito y de todos los objetos deslumbrantes. Soy
el hombre de moda, moderno, sofisticado, consumo
satisfactoriamente para no dejar de sentirme bien,
para construir cada día, todos los días, el amanecer
que me aparta de los hombres más pobres
y pendencieros.


(el Testigo:)

Al fin lo encontré. Concedido
silbaba a la muerte. Pero en esa
oscuridad altísima estaba
Ausente, lejos, solo.

Accedí a desabrochar su cuello
de aquella altura
que no definía bien el gesto
de semejante pretensión,
ni a su mirada postrada
aún en el difícil nudo de las
certezas a las que acudimos
temerosos de fallar.

Efectivamente, la nota
póstuma anunciaba: debo
silbar a la muerte
para siempre linda canción.
Cúlpeseme a mí
de lo consecuente; no estoy
ya enamorado de la vida.


(el Consternado:)

A veces se abre
un intersticio
entre tú y yo.
Y no hacemos más,
circunscritos
a ningún dilema, a ningún juicio;
circunscritos al físico combate,
a la imprecación mutua,
que Hundirnos
en ese violento hueco
transfigurado
en riña intrafamiliar.


(el Objetivo):)

Pirotécnicas del corazón enamorado (entre comillas)
no existen o experiencias de él divinas
con arlequines y ángeles, o luciérnagas
voraces en él mismo que lo crean
un bosque exquisito para devorar
con luz o sosiego
en gracia o en sacrificio de otro.

Existen fórmulas y principios,
condiciones y teoremas, reglas
complejas pero comprensibles;
fundamentos de orden
filosófico/ científico/ social, procedimientos
intelectuales y ecuaciones resolubles
existen, pues de idean, se crean
y se desarrollan
sin lugar a la equivocación y al fallo, por salud
(del espíritu) Mental de uno mismo.


(el Próspero:)

No le vimos más a la Orfandad guardando el interior
de nuestra casa desde aquella noche. Partió,
según creemos,
justo cuando desempacamos el televisor de plasma,
sus accesorios y el instructivo de uso, y habilitamos
el lugar especial para él que ahora tiene.

-la Presencia del objeto ausente está
en su misma Ausencia-

En este contraste de la oración, en esta aparente
contradicción de confrontados conceptos y de términos,
en esta simple racionalización de los estados esenciales
de los objetos, me percato del terrible Desamparo
que a nosotros abrazaba.

Si no fuera por este Gran Aparato, o si no fuera
por la luz y el dinamismo suyos, serían aún
aquí el Extravío y la Ignorancia (una nana
que mima con caramelos a los chiquillos distraídos).


(el otro Yo extraviado (del Otro yo):)

De tanto verte me vi. Te amé- te odié en consecuencia,
¿lo recuerdas? Sí. Luego nos perdimos, nuevamente,
con los demás. Yo estoy donde mismo, me ves viéndote.
Sí, qué Pequeño es el mundo, en verdad que lo es. Sí;
cómo aprendo, cómo avanzo, donde mismo, de tanto
verte. Me veo.


(la Cosa (que asimismo suele pensarse):)

Es cierto, escribimos
de lo que nos hace
falta y deseamos,
de lo que padecemos y
tocamos, también
de lo que no hemos
experimentado nunca.
Esa materia está
en nosotros.

En esa materia estamos convertidos siempre.

Somos nosotros de nosotros
mismos
de quienes hablamos
entonces. Sí,
sí, sin temor
a equivocarnos, naturalmente, sí.

Pero nos equivocamos.
Hablamos y hablamos
y hablamos
de todo de las Cosas que sólo son.


(yo, el:)

Aquí termina todo, preguntó contrariado, con
incertidumbre. Ella asintió con la cabeza, un gesto
agriado enfatizó ese sí irrebatible para el
decisivo cuestionamiento; el rigor se manifestó
contra él sin menoscabo. Ya no hubo lugar
para pactos y promesas, ni para el porvenir no
estando los dos juntos. Entonces se abrazaron: se
despidieron. Para él todas las Sombras. Ella
se marchó de cualquier modo. Sucedería. Él se quedó
ahí para siempre,
como un zapato abrazado de un cable, para ver la luz
(que no llega) donde hace falta.


(el   Participativo:)





























Ib. Comunicación

Comunicación.

Muy,
muy lejos de casa tiemblan las
estrellas en tus ojos. Abres
los brazos de golpe y el día nos
trae el asfalto,
llantas y vidrios,
cables,
monedas y máquinas,
rugido,
zapatos y muertos,
prisa, edificios
y...

¡Alto!

Sí, sí, sí, muy cerca del mundo es que nos conectamos,
pero acordamos no resolver o hablar esto ni de nosotros
ni de nada. Qué ocurra solamente lo que ha.